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contribuye a reducir la diferencia entre fases que permiten determinar las etapas
la situación percibida inicialmente y la
situación deseada. Bajo esta idea el
cambio aparece cuando se visualizan
diferencias entre lo que ocurre y lo que
debería ocurrir, tomándose la decisión de
instalar nuevas prácticas y estrategias con
el propósito aminorar lo indeseable para
acercarse a lo deseado.
Para emplear el cambio como una
oportunidad de mejora es necesario que los
centros educativos consideren esta actividad
como un proceso continuo y esencial de
su funcionamiento, transformándolo en un
proceso cíclico donde permanentemente
estén evaluando y reajustando su quehacer,
hasta ser instalado como un sello reconocible
de la cultura escolar. Para ello resulta
necesario que todos los profesionales estén
dispuestos a desaprender, a reaprender, a
criticar, a ser criticados y a reflexionar con
sus colegas sobre el trabajo desarrollado
(Murillo y Krishesky, 2012).
En consideración de la idea anterior y de
acuerdo a lo planteada por Sepúlveda y
Murillo (2011) los establecimientos que
poseen una cultura de mejora, tienen
mayores posibilidades de éxito que las
escuelas que con frecuencia evitan los
cambios y temen a las innovaciones,
ya que la cultura constituye la base de
todos los procesos de cambio de los
centros educativos. Esta diferenciación
entre escuelas se genera porque en la
medida que el cambio se instale como una
práctica recurrente, los establecimientos
tienen mayores posibilidades de generar
procesos que permitan obtener resultados
de mejora (metas).
En lo que respecta al diseño del cambio
escolar es posible identificar cinco grandes
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involucradas en dicho proceso, las cuales
serán secuenciadas a continuación:
1. Iniciación: momento en que algún
individuo o grupo, por algún motivo,
inicia o promueve un programa o
proyecto de cambio, fase que incluye
el diagnóstico la situación inicial en la
que se encuentra la problemática.
2. Planificación: etapa en que se define el
sentido y los pasos que se darán.
3. Implementación: fase en la cual se
ponen en práctica dichas estrategias o
acciones.
4. Evaluación: periodo de reflexión sobre
la eficacia de la estrategia puesta en
práctica.
5. Institucionalización: extensión
o difusión de las innovaciones
más exitosas que han resultado
particularmente eficaces.
(Murillo y Krishesky, 2012, p. 28)
Es importante mencionar que a pesar de las
distinciones presentadas anteriormente
no existen procesos de cambio que se
generen de forma idéntica, ya que cada
escuela es un mundo particular con
características específicas, por lo tanto,
los esfuerzos de mejora deben encontrarse
en relación con esta singularidad. Es por
este motivo que se vuelve relevante que
cada escuela diseñe procesos de cambio
en concordancia con sus condiciones,
recursos y capacidades, puesto que, de
lo contrario, los esfuerzos de mejora sólo
producirán frustración, frente a lo cual
la comunidad educativa se resistirá a
impulsar o sostener nuevos procesos de
cambio en el futuro.
Bajo esta perspectiva, la comprensión
lectora se propone como eje transversal